martes, 26 de mayo de 2020

PELIGRO



Desde la negra boca de la noche
llega una especie de rumor,
una voz imperceptible,
que parece decir: “¡No salgas!,
quédate en tu casa,
encerrado, y no cometas
la tontería de abrir la puerta”.

Acerco mi oído hacia el marco
de la ventana que da al fondo
de la casa. Los grillos,
entre los yuyales del patio,
estridulan sin ton ni son, temerosos
porque desconocen, algo los perturba,
una presencia invisible toca las cosas.

Miro los alrededores. Nada se mueve.
Pienso que la mente, si hay angustia,
intenta protegerse, pero sin certezas
acerca de lo que viene,
o está  por suceder, activa sonidos,
indicaciones nerviosas, para hacernos
mover, y actuar sobre la base
de un supuesto peligro que acecha,
al que no se puede percibir
en su verdadera realidad.

De repente, se me hiela el cuerpo,
se eriza la piel, regreso sobre mis pasos,
toco el picaporte y, cuando entro,
siento un vacío infinito
que me cuelga de la espalda.

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